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En Bosque Satori ofrecemos un enfoque integrador del trabajo psicológico y espiritual. Guiados por psicólogos clínicos profesionales con amplia experiencia y con camino en distintas tradiciones espirituales, combinamos herramientas de la psicoterapia, el trabajo somático y principios respaldados por la ciencia actual. Nuestro trabajo busca explorar los patrones, roles y hábitos que configuran nuestra personalidad, reconociéndolos como construcciones que, al ser comprendidas e integradas, pueden disolverse para revelar nuestra verdadera naturaleza. Este proceso conecta la sanación psicológica con un camino de autoconocimiento espiritual, orientado al reconocimiento del Ser más allá de las identificaciones con el cuerpo y la mente.

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  1. ¿Cómo trabajamos? / Metodología

  2. Integración de corrientes psicológicas

  3. Más allá de la palabra: del cuerpo a la conciencia

  4. Metodologías experienciales corporales

  5. Nuestra naturaleza verdadera: Meditación

  6. Ego, esencia y espiritualidad

  7. El grupo como amplificador de la sanación

  8. Psicoterapia y meditación en sintonía

  9. El entorno natural como medicina silenciosa

  10. La vida cotidiana como práctica de conciencia

  11. Reconexión en la era digital

 

 

¿Cómo trabajamos? / Metodología

 

En Bosque Satori, combinamos herramientas terapéuticas y meditativas provenientes de diversas disciplinas psicológicas y tradiciones espirituales para facilitar un proceso profundo de autoconocimiento, sanación y conexión con el momento presente. Nuestro enfoque integra cuerpo, mente, emoción y acción a través de metodologías experienciales somáticas, el psicodrama, técnicas expresivas, así como practicas contemplativas y diversa técnicas de meditación.

 

Integración de corrientes psicológicas

 

Adoptamos una visión integradora que combina diversas corrientes psicológicas, cada una aportando perspectivas y herramientas únicas que se complementan entre sí:

 

Psicoanálisis: Explora la influencia del inconsciente y patrones emocionales profundos, proporcionando un marco para comprender el origen de los conflictos internos.

 

Humanista y Transpersonal: Se centra en el potencial humano, promoviendo la autorrealización y el reconocimiento de la esencia más allá de la personalidad.

 

Gestalt: Enfatiza la conciencia plena y la experiencia en el presente, permitiendo a los participantes integrar los aspectos fragmentados de su personalidad y generar una conexión más auténtica consigo mismos.

 

Sistémica: Analiza las dinámicas relacionales y contextuales, fomentando un entendimiento más amplio de los roles y patrones interpersonales.

 

Cognitivo-Conductual: Proporciona herramientas prácticas para identificar y transformar patrones de pensamiento y comportamiento que limitan el bienestar.

 

 

Más allá de la palabra: del cuerpo a la conciencia

 

En Bosque Satori partimos de una premisa fundamental: cuerpo, emoción y pensamiento son dimensiones inseparables de la experiencia humana. Muchas de las creencias que nos limitan —y que con frecuencia escapan a la conciencia— se manifiestan como tensiones físicas, impulsos automáticos o patrones emocionales que se repiten sin una causa aparente.

 

La psicoterapia basada únicamente en el lenguaje verbal ofrece espacios valiosos de reflexión, pero su efecto puede quedar circunscrito al plano racional, al activar principalmente regiones corticales del cerebro. Aunque aporta claridad, no siempre logra acceder a las raíces más profundas del malestar ni abrir una visión realmente transformadora de sus posibilidades.

 

Nuestro enfoque amplía ese horizonte: integramos metodologías que permiten contactar niveles subcorticales del sistema nervioso, donde residen memorias implícitas, reacciones emocionales y hábitos profundamente arraigados. Así, se activan no solo procesos de comprensión intelectual, sino también los mecanismos naturales de regulación, transformación e integración.

 

Al entrelazar lo verbal con lo corporal, lo sensorial con lo emocional —en el marco de un grupo que potencia los procesos de sanación y aprendizaje, en un entorno natural que calma y reconecta— facilitamos una vía terapéutica integral. Una propuesta contemporánea y humana, que une ciencia, presencia y comunidad como camino de regreso a la vitalidad, la autenticidad y la libertad interior.

 

Metodologías Experienciales Corporales

 

Las metodologías corporales que empleamos invitan a habitar el presente de forma encarnada, fomentando la autoobservación y la comprensión compasiva de nuestros estados.

 

A través del trabajo con sensaciones internas, movimiento espontáneo y expresión corporal, se accede a capas profundas del sistema nervioso autónomo, donde se almacenan registros vinculados a experiencias traumáticas, emociones no resueltas y potenciales dormidos. Estas prácticas permiten desbloquear respuestas automatizadas, iluminar contenidos difíciles de verbalizar y abrir el camino hacia una integración más profunda entre cuerpo, mente y emoción.

 

Este enfoque se sustenta en principios de la neuroplasticidad, la autorregulación organísmica y la neurobiología del trauma. Entendemos el cuerpo como un sistema inteligente, capaz de expresar, procesar y transformar lo que la mente no siempre puede nombrar. No solo aloja las huellas del dolor, sino también los recursos necesarios para reorganizarse, reconciliar experiencias internas y sanar. Al completar sus ciclos naturales de respuesta frente al estrés en un entorno seguro, el cuerpo restablece su flujo vital y reconecta con su sabiduría innata. Por ello, facilitamos procesos de liberación emocional integrativa que permiten al cuerpo y la psique soltar lo reprimido y dar un nuevo sentido a lo vivido, en un espacio de seguridad y presencia.

 

Nos apoyamos en los principios del psicodrama, el trabajo somático y la psicoplástica, junto con los aportes de la neurociencia. A partir de estos enfoques, integramos herramientas vivenciales como la respiración, el movimiento expresivo, el baile, el sonido, las meditaciones activas y el cuerpo en acción como vía de transformación, todo sostenido por una conciencia observadora cultivada en la presencia meditativa, tanto en movimiento como en quietud.

 

Somatic Experiencing
 

Somatic Experiencing (SE), es una metodología terapéutica basada en la neurobiología del trauma. Su enfoque se centra en la capacidad innata del cuerpo para autorregularse y recuperar el equilibrio después de experiencias abrumadoras, sin necesidad de revivirlas verbal o emocionalmente. A diferencia de otras terapias más centradas en el contenido narrativo, SE utiliza las sensaciones físicas como puerta de entrada al sistema nervioso autónomo. Permite identificar y liberar bloqueos asociados a estados de lucha, huida o parálisis, respuestas de emergencia que quedan activas tras situaciones traumáticas o emocionalmente difíciles.

 

Esta práctica facilita una descarga segura de la energía atrapada, restableciendo la sensación de seguridad, vitalidad y presencia.

 

Psicodrama

El psicodrama combina conocimientos de la psicología clínica con técnicas del teatro para crear un escenario físico que representa el mundo psíquico interno. A través de esta metodología, que integra cuerpo, mente y emoción como un todo simultáneo, los participantes exploran pensamientos, emociones, sensaciones, percepciones y comportamientos entrelazados, ampliando significativamente su conciencia sobre ellos y revelando asociaciones inconscientes.

 

El psicodrama permite experimentar que el yo no es una entidad fija, sino una estructura dinámica y flexible compuesta por múltiples roles. Al representar escenas internas, se hace evidente que no somos nuestras definiciones rígidas, sino que podemos observarlas y transformarlas. Este proceso facilita la desidentificación de ideas limitantes sobre uno mismo, abriendo paso a nuevas formas de ser y relacionarse, y maximizando nuestra creatividad y potenciales. Además, devuelve la capacidad de jugar, activando la espontaneidad y la creatividad como recursos vitales y reflejo de bienestar psicológico.

 

Al dramatizar estados, roles o escenas, esta metodología puede aplicarse en distintos niveles: desde explorar órganos enfermos, escenas oníricas o dar forma a voces internas, hasta abordar dinámicas familiares, de pareja o laborales, en un marco transtemporal que abarca pasado, presente y futuro. Favorece así la flexibilidad del yo y la emergencia de respuestas adaptativas originales,

 

Psicoplástica

La psicoplástica es una técnica expresiva que permite explorar y transformar aspectos internos mediante recursos artísticos y sensoriales. Al dar forma a lo abstracto —emociones, pensamientos, vivencias— se accede a una comprensión simbólica y espontánea de lo inconsciente. Su lenguaje visual y analógico facilita una integración profunda, especialmente en personas que encuentran dificultad para verbalizar y/o comprender sus contenidos emocionales.

 

 

Regulación intrínseca

El cambio y la motivación no es gestada desde afuera, sino que emerge desde la experiencia directa de la persona. Este proceso fomenta el aprendizaje intrínseco, la autoconfianza y la percepción de autoeficacia, reduciendo la impulsividad y la desregulación emocional. Se genera así una relación más armoniosa entre necesidades internas y entorno, y una mayor confianza la vida y las oportunidades de crecimiento.

 

 

Meditación, nuestra naturaleza verdadera

 

La meditación es el núcleo y la diana en Bosque Satori. No es una práctica añadida, sino el eje desde el cual se sostiene e integra todo nuestro enfoque terapéutico y espiritual. Revela un espacio de calma y plenitud inherente, siempre accesible y conectado con nuestra verdadera naturaleza: un estado de conciencia previo a toda definición, donde las formas mentales se disuelven y permanece solo la presencia amorosa de nuestro Ser. 

Este estado no se alcanza, sino que se reconoce. Está disponible aquí y ahora, debajo de la actividad mental y emocional, como la quietud que sostiene todo movimiento. La meditación nos invita a detenernos y mirar, sin esfuerzo, sin expectativa, descubriendo que ya estamos en contacto con la conciencia misma porque, de hecho, es quien realmente somos. Desde este lugar, la identificación con roles, narrativas y patrones aprendidos comienza a diluirse y a develar que lo que se sostiene cuando nos definimos a través de fenómenos pasajeros es ilusorio.

 

En ese mirar sin juicio, se abre un espacio de aceptación profunda. Lo que antes parecía definido e inamovible —el yo, el pasado, las emociones— se revela como transitorio. Esta distancia amorosa permite que surja una claridad más estable, el reconocimiento de que somos más vastos que cualquier experiencia que tengamos.

 

Utilizamos diversas formas de meditación: desde prácticas pasivas en quietud, hasta meditaciones activas en movimiento y dinámicas contemplativas integradas a las terapias experienciales.

 

Más allá de cualquier técnica, invitamos a comprender la meditación como nuestro ser esencial siempre presente, siempre disponible..

 

 

Ego, esencia y espiritualidad

 

Comprendemos el ego como una construcción psicológica dinámica, formada por identificaciones con roles, pensamientos y emociones. Aunque cumple funciones adaptativas, facilitando la organización de la experiencia y la interacción con el mundo, el ego puede volverse una prisión sutil cuando se cristaliza y domina nuestra percepción, desconectándonos de nuestra esencia.

 

Reconocemos que muchos de los mecanismos defensivos del ego —creencias limitantes, patrones repetitivos o respuestas emocionales automáticas— surgen como intentos de protegernos del dolor. Sin embargo, cuando estos patrones no se revisan ni se integran, acaban restringiendo nuestra libertad interior y perpetuando el sufrimiento. En Bosque Satori, los abordamos con compasión y conciencia, como umbrales hacia una comprensión más profunda de lo que realmente somos.

 

Nuestro enfoque terapéutico y espiritual parte de la premisa de que estos aspectos no definen nuestra identidad, sino que son construcciones pasajeras que pueden ser reconocidas, comprendidas y finalmente disueltas. Esta desidentificación amorosa con el ego permite una integración más completa de nuestra humanidad y, al mismo tiempo, abre el camino hacia una dimensión más vasta: la conciencia misma.

 

La autoindagación —inspirada en las enseñanzas no duales del Advaita Vedanta— nos invita a cuestionar profundamente la noción del “yo” como una entidad fija. Al observar con honestidad y sin juicio las creencias que sostienen nuestra identidad, se revela lo transitorio y condicionado, y emerge lo que siempre ha estado presente: un estado esencial de unidad, paz y gozo que no depende de las circunstancias.

Este reconocimiento de lo eterno en medio de lo cambiante también es señalado en otras tradiciones. El Zen lo llama el “rostro original”: la conciencia antes de todo pensamiento o narrativa. El cristianismo místico habla del “Yo Soy”, una afirmación directa de la divinidad interior. El sufismo lo nombra como el Amado que habita en el corazón, el núcleo de amor y presencia que trasciende toda forma.

 

A lo largo de la historia, diversas tradiciones espirituales han apuntado a lo mismo: reconocer lo esencial más allá de las formas cambiantes del yo. Cada una, desde su lenguaje y su cosmovisión, ha ofrecido caminos para despertar a la conciencia que somos, no como una idea, sino como una experiencia directa. En Bosque Satori, honramos esta convergencia. Aprendemos de sus símbolos, sus prácticas contemplativas y sus visiones del alma humana para integrar lo psicológico y lo espiritual en un proceso vivencial y contemporáneo. No seguimos una religión ni una doctrina particular, pero sí nos nutrimos de lo más profundo de diversas corrientes que han intuido que la esencia no necesita ser creada, solo revelada.

 

 

El Grupo como Amplificador de la Sanación

 

El trabajo grupal en Bosque Satori potencia los resultados terapéuticos y meditativos al crear un entorno de resonancia emocional y conexión profunda. Este enfoque fomenta confianza, apertura y apoyo mutuo, ofreciendo un espacio donde compartir experiencias íntimas fortalece el apego sano y la revinculación. El grupo actúa como un catalizador de sanación al proporcionar contención emocional y una red colectiva que facilita la autoexploración, la reparación de vínculos dañados y la construcción de relaciones auténticas en un mundo afectado por el individualismo y la desconexión.

 

Además, el grupo amplifica los elementos terapéuticos al servir como espejo donde los participantes pueden recibir retroalimentación y nuevas perspectivas sobre sus dinámicas psíquicas. Este espacio permite observar con mayor claridad aspectos como miedos, proyecciones, necesidades y patrones de comunicación, así como explorar la facilidad o dificultad para expresarse y vincularse. La interacción grupal fomenta el desarrollo de habilidades para sostener emocionalmente a otros y recibir ese mismo apoyo, generando un ciclo de transformación personal y relacional.

 

Un aspecto clave de este trabajo es la sincronización neural, un fenómeno en el cual los cerebros de los participantes tienden a alinearse durante interacciones sociales significativas. Esta sincronización, también conocida como resonancia neural, fortalece la conexión emocional y mejora la comprensión mutua. Estudios han demostrado que este proceso no solo mejora la regulación emocional, sino que también potencia el aprendizaje y la empatía.

 

Otro concepto fundamental son las neuronas espejo, células cerebrales que se activan tanto cuando realizamos una acción como cuando observamos a otros realizarla. Estas neuronas facilitan la imitación, la comprensión y la empatía, lo que convierte al grupo en un entorno ideal para el modelaje y el aprendizaje de nuevas formas de vincularse y expresarse. Al participar en un grupo guiado por el trabajo interior y la compasión, los participantes pueden internalizar dinámicas saludables que favorecen la autorregulación y el bienestar emocional.

 

Además, se ha observado que la meditación en grupo crea un campo colectivo de coherencia cerebral, sincronizando no solo las ondas cerebrales, sino también los latidos del corazón de los participantes. Este fenómeno amplifica los beneficios individuales y promueve un bienestar compartido, fortaleciendo la sensación de pertenencia y comunidad.

 

El grupo no solo actúa como un espacio de contención y sanación vincular, sino que también permite la reconstrucción de aspectos sociales y sistémicos. A través de estas dinámicas, se fomenta una tribu y comunidad emocional que apoya la autorregulación, la confianza y la conexión auténtica.

En resumen, el trabajo grupal en Bosque Satori combina estos principios neurocientíficos con prácticas terapéuticas y meditativas para crear un entorno de sanación integral. 

 

 

Psicoterapia y meditación en sintonía

 

La meditación en Bosque Satori no busca apartarnos del mundo, sino habitarnos plenamente en él, con apertura y sensibilidad. Es ella quien ofrece el silencio necesario para que lo vivido a través del cuerpo —las emociones, los movimientos, los roles explorados— pueda asentarse y trascenderse. Después de cada experiencia expresiva o somática, la meditación abre un espacio donde el cuerpo revela y la conciencia acoge.

 

Esa combinación —profunda y poco frecuente— es lo que verdaderamente transforma. No solo entendemos lo que nos duele: lo liberamos. No solo habitamos nuestras historias: las trascendemos.

 

La integración entre la psicoterapia grupal experiencial y la meditación es una de las fortalezas distintivas de Bosque Satori. A través de ello, los participantes exploran activamente emociones, roles, historias internas y patrones condicionados, sostenidos por una comunidad que brinda contención y resonancia. La meditación, por su parte, permite contemplar lo vivido con apertura, silencio y presencia compasiva, cultivando una actitud de aceptación amable hacia uno mismo y hacia los demás.

 

Esta alternancia entre acción y observación, expresión y silencio, nos permite habitar tanto las dimensiones transitorias como las más profundas del ser. No solo procesamos e integramos aspectos de nuestra personalidad, sino que también accedemos a una comprensión más amplia y directa de nuestra naturaleza esencial. Esta complementariedad crea un proceso terapéutico profundo, transformador y auténtico, que honra tanto nuestra humanidad como nuestra dimensión trascendente.

 

 

El entorno natural como medicina silenciosa

 

El entorno que rodea a Bosque Satori no es solo un escenario: es parte activa del proceso de transformación. Inmerso en un paisaje de bosque nativo, río cristalino, lago cercano y aire puro, este lugar ofrece condiciones ideales para restaurar la conexión con uno mismo y con la vida.

 

La ciencia ha demostrado que pasar tiempo en la naturaleza —especialmente en contacto con árboles, agua, luz natural y aire puro— reduce los niveles de cortisol, fortalece el sistema inmune y regula el sistema nervioso autónomo. Vivir en sintonía con los ciclos naturales de luz y oscuridad ayuda a restablecer los ritmos circadianos, favoreciendo un sueño profundo, mayor claridad mental y equilibrio hormonal. A diferencia del entorno urbano, saturado de estímulos artificiales, Bosque Satori ofrece un espacio con mínima exposición a radiación electromagnética y un cielo nocturno libre de luz artificial, donde las estrellas se despliegan con intensidad. Este entorno favorece un descanso profundo y una restauración más eficaz del sistema nervioso.

 

Durante el día, se puede nadar en el lago, pasear por senderos, practicar meditación al aire libre o simplemente sentarse a mirar. Estar aquí es una experiencia sensorial completa. Caminar entre árboles centenarios, escuchar a las ranitas de Darwin por la noche, observar vacas pastando al otro lado del río o simplemente sentir la tierra bajo los pies —todo eso empieza a cambiar el ritmo interno. El entorno invita a detenerse, observar, escuchar. A estar. Sin esfuerzo, despierta un tipo de contemplación que no necesita técnicas: solo presencia.

 

Además de las prácticas terapéuticas y meditativas, Bosque Satori ofrece espacios para el disfrute, la ligereza y la espontaneidad. Compartir con otros en un entorno que fomenta el cuidado mutuo y el vínculo con la naturaleza genera un tipo de bienestar difícil de encontrar en la vida cotidiana. Es, en esencia, volver a algo esencial: la presencia, la conexión, la tierra y la manada como hogar.

 

 

La vida cotidiana como práctica de conciencia

 

Hasta lo más sencillo —lavar los platos, ordenar un rincón— puede volverse una puerta al presente. Cuando cada gesto se habita con atención plena, la mente se aquieta, el cuerpo se enraíza, y lo cotidiano se transforma en una práctica alegre de conexión, sentido y silencio interior.

 

Los días en nuestros encuentros nos invitan a dar, recibir y observarnos en vínculo. Si el baño está limpio y la comida caliente, es porque alguien lo hizo; mañana lo haremos nosotros. Así se despierta la conciencia de interdependencia: habitamos un equilibrio donde el cuidado compartido nos enseña a confiar y a reconocernos unos en otros, convirtiéndose el día a día, un espacio terapéutico y liberador.

 

En la cocina, practicamos la colaboración, coordinación más allá de lo individual, dejando de lado perfeccionismos egoicos, otorgando el sabor de la dedicación, entrega y aprendizaje mutuo.

 

Tenemos un proyecto de huerto y jardinería. Usar compost y cultivar con respeto nos permite aprender de los ciclos, la paciencia y la generosidad de la naturaleza.

 

Construimos. Hacemos carpintería, mejoras, arreglos. Nos formamos en servir desde la acción, sosteniendo un espacio que nos sostiene y acoge, a la vez que cultivamos habilidades para la vida.

 

Y también disfrutamos, creando espacios de arte, celebraciones y encuentros festivos. A veces nos disfrazamos, armamos escenarios, jugamos a ser otros para descubrir nuevas formas de ser nosotros mismos. Porque también en la risa, el juego y la belleza se abre el corazón y florece la comunidad.

 

Pensamos juntos, proponemos ideas, buscamos soluciones y actuamos de forma que nos sostiene y beneficia a todos. En esa colaboración viva, el pensamiento se vuelve fértil y creativo, la acción se llena de sentido, y nos alejamos del automatismo y el conformismo de esta época acelerada.

 

 

Reconexión en la era digital

 

En tiempos marcados por la hiperdigitalización, el avance de la inteligencia artificial y las transformaciones vertiginosas de la robótica en la cuarta y quinta revolución industrial actuales, se vuelve cada vez más necesario volver al cuerpo, a la tierra, al silencio y a la experiencia directa. Vivimos en una cultura que tiende a acelerarse, externalizarse y disociarse, promoviendo un ideal de eficiencia que muchas veces deja de lado lo más esencial: la conexión con uno mismo, con los otros y con el mundo vivo que habitamos.

 

Lugares como Bosque Satori ofrecen un espacio vital de reconexión, donde lo humano puede desplegarse sin artificio: desde la quietud, la escucha interior y la sabiduría del cuerpo. El entorno natural no es solo un contexto físico: es un agente activo de transformación. El bosque, el río, el cielo y los ritmos de la tierra invitan a desacelerar, a regular el sistema nervioso y a recordar una verdad profunda: pertenecemos.

 

En medio de un mundo cada vez más automatizado, donde las tecnologías pueden colaborar en muchos aspectos de la vida pero también favorecer la desconexión interna, cultivar espacios de presencia, vínculo y escucha encarnada se vuelve esencial. No se trata de rechazar el avance tecnológico, sino de no olvidar aquello que ninguna máquina puede replicar: la autenticidad de la experiencia vivida, la calidez del encuentro, la calma que emerge del silencio, la creatividad que nace del vacío.

 

Bosque Satori no ofrece solo técnicas y procesos, sino también una comunidad y un entorno donde lo esencial puede ser recordado, vivido y encarnado. Porque en una época que parece exigir cada vez más, aprender a estar —aquí, ahora, en el cuerpo, en la relación, en la tierra— es quizás el acto más humano y transformador de todos.

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